―Digameeé…
―Hola, María.
―¡Ah!, Hola Inés… Qué raro que llames a estas horas… ¿Pasa algo?
―No… Llamo para preguntar por tu marido… Es que acabo de verlo saliendo de la clínica esa, la de la Plaza Circular…
―¡Ay! ¡Ay!… ¡Que se lo ha hecho!… ¡Y sin decirme nada!
―¿Qué se ha hecho?
―¡El implante! ¡Y yo que no sabía cómo pedírselo!
―¿Qué implante?
―¡Pues cual va a ser!… Ya te dije que últimamente las cosas no iban bien en la cama.
―¡No me digas! ¿Se ha puesto un…?
―Sí, la cosita ya no se levantaba… La semana que viene es nuestro aniversario y le iba a pedir que se lo hiciera, pero el muy pillo se me ha adelantado…
―¿La semana que viene? ¿Y va a funcionar en tan poco tiempo?
―Sí, al instante, me estuve informando… En esa clínica hacen los implantes de órganos sin cirugía usando nanobots, o algo así, y funcionan desde el primer momento… Al cuñado de la Olvi le cambiaron el corazón y corrió un maratón el día siguiente.
―Pues nada, hija, a disfrutarlo esta noche.
―Sí… No podíamos continuar así. Andrés se sentía tan mal que no salía del bar y llegaba muchas noches bebido.
―Lo vi ir al bar directo desde la clínica. Creo que todavía sigue allí.
―Habrá ido a celebrarlo con sus amigotes, pero seguro que llega a tiempo para la cena… Voy a estrenar el salto de cama que te enseñé y pienso recibirlo con él puesto… ¡Menuda sorpresa se va a llevar!
―¡Ramiro! ¡Ven aquí, que Andrés está de celebración!
―¿Qué se celebra?
―Tómate lo que quieras, que invito yo.
―¡Hala…! ¿Estás bebiendo coñac en una jarra de cerveza?
―¡Y eso no es nada! ¡Va por la tercera botella!
―¡Mira…! ¡Un litro de un trago!
―¡Traga! ¡Traga! ¡Traga!…
―¡Pero no seas bruto, Andrés! ¡Que te vas a matar!
―Puedo con eso y con más… Y mira, sobrio como una monja.
―¿Dónde está el truco?
―De truco nada, que me he puesto un hígado biónico… Tenía a la parienta mosqueada porque llegaba un poco cargado por las noches, así que me he decidido y lo he solucionado… ¡Menuda sorpresa se va a llevar!