Escribir ciencia ficción

Nombres para tus personajes de ciencia ficción

¿Habría llegado a ser tan popular Flash Gordon si se llamase Hermenegildo González?

Arrgçoxix consiguió salir de la nave por una las compuertas laterales y, sujetándose con dos de sus brazos, utilizó los restantes para atrapar a Urrxwamokik en un abrazo asfixiante, impidiendo que desplegara sus velos urticantes. Mientras, Paooourgg aprovechó la confusión para asomarse a la destrozada cúpula y lanzar el cuaratrón hacia el espacio, a salvo de la…

¿Eres capaz de memorizar esos nombres y repetirlos cuando hagas un comentario sobre la novela?

Seguro que no te sería fácil aunque tengas una memoria fotográfica, pero no sería creíble que un extraterrestre se llamase Juan, o Manolo.

Nombres para tus personajes
Es algo que nos puede llevar mucho tiempo, pero vale la pena gastarlo.

Nombres de extraterrestres

Confieso que encontrar nombres adecuados para los extraterrestres que aparecen en mis relatos ha sido uno de los quebraderos de cabeza más frecuentes a los que me he enfrentado.

Quizá esa sea la razón por la que rara vez los he incluido en ellos y, la mayoría de las veces ni siquiera me he visto obligado a ponerles nombre porque los protagonistas, humanos, se referían a ellos nombrándolos por sus características (o llamándoles bichos, muy a menudo)

Pero cuando me he visto obligado a hacerlo siempre me ha costado una enormidad decidirme. No me gustan las derivaciones de nombres o palabras que suenan parecidas a otras que empleamos habitualmente con las que muchos escritores esquivan el problema, una solución fácil utilizada incluso por muchos de los grandes: Spock suena a spoke o spot, y Chewbacca, el nombre del entrañable y larguirucho compañero de Han Solo, parece el resultado de unir chew (masticar, en inglés) con bacca (uva o baya, en italiano), que ya me dirás lo que, en teoría, sabrían de inglés o italiano los padres wookiees del masticador de bayas.

Tampoco me gustan los nombres que se nota a la legua que son inventados sobre la marcha, casi siempre monosilábicos o muy cortos: Ato, Kaz, Nik, Loss… Ni los que parecen sacados de cómics de los años cincuenta: Seelena, Artemis…

Entonces… ¿qué nombres elijo?

Nombre para este personaje
¿Cómo llamarías a tu heroína?

Esa es una cosa que me trajo de cabeza en los preliminares de la primera novela que escribí repleta de alienígenas: “Múltiple”. Hay tantos que en ella que casi aparecen más personajes extraterrestres que humanos:

Dada mis carencias imaginativas en este campo elegí un camino intermedio: deformé las supuestas pronunciaciones de los nombres propios de los alienígenas hasta adaptarlos a la fonética humana, que, supongo, sería lo que harían los verdaderos extraterrestres si tuvieran que identificarse para estampar su nombre en la visa de entrada.

De esa forma, “Foooormnnn” (imagina un toque largo de cuerno) pasaría a llamarse, de forma mucho más modosa: “Form”, y U´lexxtrixx, Ulextrix.

Dicho y hecho… uno de mis protagonistas más destacados era un tipo grande con traje de plumas, labios en forma de pico, patas y manos reptilianas y que cloqueaba un poco al hablar, así que llamó “Uglo” porque me suena al nombre que una gallina le pondría a uno de sus pollos; y otro era algo parecido a un caracol sin concha que se comunicaba emitiendo distintos olores gracias a unas glándulas aromáticas, y se veía obligado a llevar, pegado a su trasero, un limpiador de secreciones, porque dejaba un rastro de baba al desplazarse, y ese rastro me dio la pista para elegir su nombre: “Raastox”, nombre que, supuestamente, le darían otras especies que pudieran hablar, porque la de Raastox era completamente muda.

¿Y los protagonistas humanos?

Aquí haría dos distinciones: humanos procedentes de La Tierra (si el relato transcurre fuera de ella, tras una supuesta diáspora) o humanoides procedentes de otras culturas no terrícolas.

Para los de procedencia terrestre lo tenemos fácil. Es de suponer que las diferencias culturales e idiomáticas se conserven en el espacio durante muchas generaciones: los rusos seguirán llamándose, (la mayoría) Yuri, Natasha, Vladimir, Anna o Dimitri, los latinoamericanos Luis Santiago o Salomé, y los polinesios Maui o Tiki.

Pero los otros son otro cantar, porque no todos tenemos la capacidad de inventarnos una cultura y un idioma al completo para nuestros protagonistas tal y como hacen algunos genios (George R.R. Martin con el idioma y la cultura dothraki, o Mark Okrand con el klingon) así que debemos conformarnos con nombres inventados que no suenen mal y que puedan ser pronunciados por laringes humanas.

¿Y cómo conseguir algo así?… Pues, como todo, practicando. Tenemos que elegir una combinación silábica que suene natural en nuestro idioma, porque nuestros lectores la pronunciarán en su mente muchas veces mientras leen nuestro relato, y también deberíamos pesar en los lectores de otras lenguas si nuestra obra va a ser traducida.

Así que no es nada fácil, y si no lo crees, mira unos ejemplos: “Bowscreadagger” sonará bien a un lector de habla inglesa, pero un latino recibirá una patada en la mente cada vez que lo lea, o, al revés, prueba a decirle a un anglo que pronuncie el nombre de nuestro protagonista: “Gumanaguil”.

Nombre para un ordenador: Hal 9000
Clarke, después de pensarlo mucho, empleó un truco para diseñar el nombre del ordenador de “Una Odisea Espacial”: “HAL” es el resultado de utilizar las siguientes letras del abecedario en las letras de la palabra “IBM”

Y si estás atascado, como me pasa a mí muchas veces, la solución es tirar de Google, una fuente casi infinita.

Por ejemplo: queremos un nombre para una protagonista. La chica es un tanto espiritual, muy dada a la introspección y la filosofía, y concuerda con un arquetipo conocido: el hindú.

Si ponemos en Google “Nombres hindúes antiguos” tendremos a nuestra disposición miles de ejemplos. En una página diseñada para que los papás y mamás encuentren nombres para sus hijos encontramos uno que nos suena bien: Devendra, que quiere decir “Dios del cielo”.

No deberíamos emplear un nombre así, sin más, a palo seco (a no ser que el planeta de donde proceda nuestra protagonista haya tenido colonizadores hindús en sus primeros tiempos, claro), pero podemos modificarlo dándole un toque exótico o, simplemente, cambiando o eliminando alguna de sus letras.

Dovendra suena bien, o Devedra, o Devera…

Deberíamos hacer todas las combinaciones posibles hasta que encontremos una variante que nos satisfaga. Que suene bien fonéticamente y que sea fácil de recordar porque nuestro objetivo debe ser que nuestros personajes se anclen en la memoria de nuestros lectores como consiguen hacerlo los genios de la literatura y medios audiovisuales: Paúl Atreides, Gandalf, Frankenstein, Hall 9000, Skywalker, Buck Rogers, Flash Gordon, Jon Nieve, son nombres que se nos han quedado grabados y que quizá no serían lo mismo si sus creadores hubieran elegido otros más simples y comunes.

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